Caminé dos horas o más por la calle principal. Sin audífonos y con atención plena, no era necesario tomar el bus, depender de mis pies para lograr cada esquina se ve satisfactorio. Buscaba una oportunidad, una sola para convencerme de entrar en una cafetería de esta ciudad, comer algo dulce solo, beber café amargo sin azúcar y pagar la cuenta. La satisfacción llegó a mi vida con estas cosas simples. Luego pedir a extraños contarme una historia para pasar un buen rato, lo primero es encontrar a esos extraños. Fue fácil encontrarlos, en la plaza centrar un adulto mayor me cuenta sus ideas, su soledad, sus alegrías. Olvido fácil que todos queremos contar una historia y que no encontramos alguien que quiera escucharnos si juzgar. Los accidentes afortunados suceden, hoy me esperan en la otra esquina amigos que no veía hace mucho. Había olvidado sus rostros, lucen diferentes, pero son ellos. Viajamos en el tiempo y el espacio, pero no nos damos cuenta, lo llamamos calendario y está bien...